Otro modelo, y tal vez el que tiene más probabilidades de ejecutarse primero, es el de los BRICS, objetivo que establecieron hace ya varios años. Se trata de un tipo de SDR (Special Drawing Rights)[8] basado en una canasta de las monedas de los países del grupo. Este sistema actualmente existe con el FMI pero, lejos de sus objetivos iniciales, quedó subordinado a la primacía del dólar y a una canasta de solo las monedas más fuertes del mundo.

El sistema del BRICS es el “Acuerdo de Reserva Contingente” (Contingent Reserve Arrangement, CRA) cuya importancia reconocieron en su última cumbre sus 5 miembros[9], lo cual ampliaría el sistema de SDR del FMI pero en su propio contexto. Además, ahora se está orientando a un plano más amplio con la creación de una nueva moneda de curso internacional que ya se encuentra en discusión.[10]

Una de las consecuencias de este nuevo sistema de intercambio es que partiría el mundo en dos hemisferios, el del dólar[11] y el otro, el liderado por los BRICS. Para comprender las perspectivas de extensión de este segundo hemisferio debemos tomar en cuenta otro problema que cada vez es más candente, el de la deuda externa, que se ha agravado con el alza de los intereses del dólar, que aunque es poco importante para solucionar la inflación en EE.UU, no lo es para los países que contrajeron deudas en dólares, y que además tienen que enfrentar la inflación global que ha creada por su emisión excesiva, lo que se traduce en importaciones más caras.

La concepción inicial de la creación de la nueva moneda en elaboración entre China y la Unión Económica Euroasiática implica la exclusión del dólar, lo cual es obvio, pero esto significa que las deudas contraídas en esa moneda serían asunto aparte del nuevo sistema. Esto quiere decir que el FMI no tendría los recursos para imponer sus acostumbradas políticas de reformas económicas a los países deudores, y que estos podrían seguir comerciando con el otro hemisferio, lo cual tendría grandes consecuencias para el sistema del dólar y obviamente para el régimen político u orden mundial que lo sostiene. Aunque los BRICS no plantean el asunto en estos términos, está claro que la intención de trabajar sobre el CRA y ahora plantear una nueva moneda es para desvincularse del dólar y de las presiones políticas que implica. Dicho esto puede comprenderse el arrastre que el nuevo sistema puede adquirir entre los países más pequeños presionados por sus deudas.

Los países en desarrollo están ante la decisión de vincularse al mercado internacional con mayor crecimiento y potencial, con un sistema de intercambio liberado del dólar.

Ese mercado, mas allá de sus aspectos cuantitativos, cuenta con una característica muy importante; es la fábrica más grande del mundo de acuerdos comerciales[12], pero esto es reflejo del poder geopolítico que ha ido adquiriendo en el mundo, lo cual puede observarse en el rol que la Organización de Cooperación de Shangai ha jugado en el desenlace final de la guerra en Afganistán y la estabilización de esa región, y, en un plano geográfico mayor, de la creación de la Asociación Regional Económica Integral (Regional Comprehensive Economic Partnership – RCEP) que constituye el mayor acuerdo comercial del mundo. Este acuerdo surge sobre el fracaso del TPP-IP, que pretendía concentrar gran parte del PIB mundial en EE.UU. Este acuerdo liderado por EE.UU. excluía a la China; el RCEP está liderado por China y excluye a EE.UU. Esto ha constituido uno de los grandes eventos de carácter geopolítico de nuestros tiempos.

Esa es una cuestión de economía que está por encima de consideraciones ideológicas o religiosas. Ahí tenemos por ejemplo el Brasil, que se ha mantenido entre los BRICS tanto bajo el actual presidente Bolsonaro como con el régimen del PT. De hecho, Lula da Silva, líder de ese partido, ya ha planteado la creación de una moneda latinoamericana, lo que muestra la fortaleza del proceso de desdolarización.[13]