Esterilizaciones forzadas y feminismo

Mariana Chocolatl   tw: @marianacv00 
Fotografía: Musuk Nolte   ig: @musukn
Hoy en día la Marea Verde se hace escuchar en las calles, en las instituciones y en las vidas de millones de mujeres. Sin embargo, las políticas públicas relacionadas con la sexualidad y la reproducción no impactan de igual forma a todas las personas. Esto se pudo ver con claridad en el régimen fujimorista, el cual legisló y actuó unilateralmente sobre los cuerpos de mujeres indígenas residentes del Perú: las esterilizaciones forzadas (1996-2000) a casi 300,000 mujeres y poco más de 22,000 hombres son una herida convertida en tabú, además de un claro ejemplo de la desigualdad social y sus consecuencias. En este ensayo me propongo revisar críticamente lo acontecido, exponer algunas intersecciones entre dolores y opresiones desde un enfoque de derechos humanos capaz de problematizar los derechos sexuales y reproductivos.
 
La visibilidad de los feminismos y los esfuerzos por erradicar la violencia machista han aumentado en la última década, poniendo en la mira temas como la sexualidad y la reproducción. En América Latina esto no ha quedado desligado de una perspectiva crítica capaz de reconocer su historia de colonialidad, los años de dictaduras, el autoritarismo y las disputas por las memorias como luchas vigentes e imbricadas.
Las demandas por verdad, justicia y memoria, fundamentales en los contextos posdictatoriales del Cono Sur, no dejan de ser centrales en los casos de las esterilizaciones forzadas en Perú y continúan hasta hoy en día. Considero que los feminismos cuentan con herramientas suficientes para comprender que la Marea Verde, el aborto y las corporeidades tienen matices necesarios a ser revisados en contextos específicos.
Feminismo de los zulos
El Estado peruano ha impuesto trabas con tal de que la justicia no llegue a la vida de las mujeres indígenas del Perú. En esta deuda histórica influye también la falta reconocimiento social de las esterilizaciones como crímenes e injusticias. ¿Por qué estas historias competentes al campo de los derechos reproductivos son menos difundidas que, por ejemplo, la búsqueda de la legalización o la despenalización del aborto en América Latina? Los derechos humanos, los derechos de las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos no han sido gozados de la misma forma por todas las mujeres del mundo. Las esterilizaciones forzadas en Perú son una expresión misma de los diversos sistemas relacionales de opresión. En el libro Tsunami 2, Dahlia de la Cerda propone pensar desde el feminismo de los zulos[1], ese, o esos, que nacen con la experiencia en la opresión, no sólo por ser mujer, sino por otras ideologías y relaciones como las racistas, las desarrollistas o las capacitistas. Nos nombremos feministas o no, las luchas de las mujeres —diversas, además— están en auge, los contextos que las atraviesan nunca son los mismos, pero ello no tiene porqué separarnos.

Es hora de escuchar las voces de las mujeres sin cuarto propio… Es hora de escuchar los aportes de las feministas racializadas y tomarlos en serio y preguntarles: ¿en qué te puedo ser útil? Si teorizamos desde la matriz de opresiones, las experiencias de clase y raza no tienen por qué separarnos. Necesitamos una agenda feminista desde los zulos, porque como dice la feminista musulmana Wadia N Duhni: «La humanidad nos ha fallado, ¿vamos a fallarnos entre nosotras?» (De la Cerda, 2020).
Fotografías de Musuk Nolte.
Apropiación del discurso feminista
Si nos despistamos, las prácticas y discursos pueden pasar por feministas, incluso cuando sus propósitos no se relacionan con la libertad de las mujeres. Es el caso de las esterilizaciones forzadas en Perú durante el mandato de Alberto Fujimori como parte del Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (PNSRPF), en el que se privilegió el uso de la Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria (AQV) —un eufemismo creado por el propio gobierno para nombrar las vasectomías y ligaduras de trompas— como un método sistemático de control racial y cultural.
 
Por otra parte las AQVs fueron aplicadas a hombres y mujeres, pero no en la misma medida. En Memorias del caso peruano de esterilización forzada, Alejandra Ballón señala que 272,028 mujeres fueron esterilizadas, en comparación con 22, 004 hombres, aún cuando la vasectomía representaba un menor costo y riesgos en la salud. Adicionalmente, el consentimiento para realizar la esterilización generalmente era otorgado por el esposo o cónyuge (Ballón, 2014: 32). La desigualdad de género se sumó a las inequidades económicas y a la discriminación por ser mujeres indígenas. La marginación, exclusión social y empobrecimiento existían en las vidas de las mujeres esterilizadas antes del PNSRPF. El Programa acentuó tales desigualdades porque se pretendía lograr el control poblacional y de natalidad a manera de evitar “la continuidad biológica, social y cultural” (Fulchiron, 2016: 392) de los pueblos originarios a través de los cuerpos de las mujeres, vinculado en gran medida con la guerra interna del Perú.
 
El gobierno fujimorista se arrogó las demandas y discursos feministas con el fin de justificar políticas capaces de afectar multifactorial y permanentemente a un grupo de mujeres y sus comunidades. Hizo algo ahora conocido como lavado de imagen púrpura (purplewashing): se presentó a sí mismo y a sus políticas públicas como feministas, en pro de los derechos humanos, más específicamente, de los derechos sexuales y reproductivos. Este modo de actuar es bastante extendido y vigente, por ello nuestras miradas deben permanecer críticas. Los Estados y estancias gubernamentales no siempre buscan el mismo fin, aunque los medios puedan parecer adecuados según nuestras convicciones.
 
Resulta necesario problematizar alrededor de las concepciones sobre los derechos reproductivos, los cuales implican a la cultura, el género o la clase. Estos ejes —raza, género, clase— ineludiblemente se intersectan. Tomar consciencia y admitir que las esterilizaciones fueron dirigidas a grupos sociales específicos permite aclarar que la violación a los derechos sexuales y reproductivos también signficó un modo particular de violencia estructural, directa y cultural. Julissa Mantilla explica que
El principal problema con los derechos reproductivos es que ellos lidian con un tema de control y poder sobre el cuerpo de las mujeres. En la esfera privada, el poder es ejercido por los maridos sobre las mujeres. En la esfera pública, el Estado controla las políticas de población, en un tipo paternalista de control sobre la conducta sexual y reproductiva de las mujeres. La política de salud se concentra en la regulación del cuerpo de las mujeres, sin consideración alguna de sus derechos. Es contradictorio que la maternidad sea considerada como una función social y, al mismo tiempo, una carga para las mujeres y una causa para la violencia y discriminación (Mantilla, 2001: 17).
¿Qué está pasando hoy?

Para las mujeres racializadas parir es un acto de resistencia en contra de los procesos de limpieza racial. Parir es perpetuar su estirpe guerrillera. Parir es ir contra lo establecido que establece que hay que mejorar la raza. Parir es escupirles en la cara a los racistas que las quieren infértiles.

 Dahlia de la Cerda, Feminismo sin cuarto propio

Desde el inicio de su mandato hasta hace muy poco, a Fujimori no se le había juzgado por las esterilizaciones forzadas a casi 300,000 mujeres indígenas en territorio peruano. No se demeritan las sentencias hechas, pero es importante señalar la inexistente prioridad por hacer justicia a las mujeres, muchas de ellas aún vivas, que han sufrido en carne propia los daños colaterales de esterilizaciones mal practicadas y forzadas. La justicia peruana se ha mostrado reacia a admitir que las AQV fueron una política de Estado sistemática en contra de un sector poblacional, pero las luchas siguen.
 
El primero de marzo del 2021 se formalizó la denuncia por esterilizaciones forzadas en contra de Fujimori ante el poder judicial, lo cual significa un revés a la impunidad y al silencio mantenido durante más de 20 años sobre las violencias estatales perpetradas en el mandato fujimorista. Aunque nos identifiquemos como mujeres, nuestras realidades pueden llegar a ser muy distantes. Las jerarquías sociales nos atraviesan de distintos modos y para conocer esos modos requerimos escuchar a las otras, respetar sus realidades, formas de luchar y hacer frente a lo que no las libera. Sin la autorrevisión es mucho más fácil que se dé una apropiación de discurso traducido en prácticas misóginas, racistas y desarrollistas como las AQVs.
 
Los derechos humanos no son generados, defendidos o violados desde un espacio social neutro: los posicionamientos siempre dotarán de significado e intencionalidad a los actos. Si bien las luchas jurídicas como el juicio a Fujimori no reparan el daño hecho, al menos podrían ayudar a crear mejores mecanismos de defensa. La impunidad es construida, perpetuada y pactada por instituciones, personas, relaciones, entre muchos otros factores. Mantener el ojo en el caso de Fujimori por las esterilizaciones forzadas es una deuda histórica para con otras mujeres y una manera de mantenernos informadas sobre otras realidades, lo cual implica escuchar con atención los testimonios de las mujeres afectadas y sus deseos de hacer justicia.
 
Por último y no menos importante, las verdades jurídicas no siempre alcanzan a reparar los daños en las vidas y cuerpos de cientos, miles, de personas. Pensar en otras formas de justicia se vuelve indispensable cuando los Estados no dan respuestas satisfactorias a las demandas ciudadanas. Ojalá las mujeres peruanas encuentren muchas más formas de trabajar conjuntamente. Por ahora, y desde otras latitudes, también les creemos y sostenemos sus verdades. Los lazos amorosos transnacionales e interseccionales entre luchas son posibles.
Fotografía de Musuk Nolte.

[1] “Un zulo, según Wikipedia, es un agujero o un escondite o un recinto clandestino. Un zulo es algo que no es un cuarto propio… Un cuarto propio también son los privilegios que ayudan a que la mujer escriba… El zulo es la antítesis del cuarto propio. Un zulo es la banca de un parque. Es la computadora prestada. Es la taza del baño y es la azotea de la casa… diremos que el feminismo blanco es teóricamente importante, pero carece de muchas perspectivas y formula agendas que sólo benefician a las que más tienen y no a las que menos tenemos. ¿Quién barre los trozos de cristal de los techos que rompen las mujeres blancas?” (De la Cerda, 2020: p. 64, 84).

Referencias

Ballón, A. (2014). Introducción. En Alejandra Ballón, (Ed.), Memorias del caso peruano de esterilización forzada (pp. 27- 43). Biblioteca Nacional del Perú.

De la Cerda, D. (2020). Feminismo sin cuarto propio. En Gabriela Jáuregui (Ed.), Tsunami 2 (pp. 59-98). Sexto Piso, UAM-C.

Fulchiron, A. ( 2016 ). La violencia sexual como genocidio. Memoria de las mujeres mayas sobrevivientes de violación sexual durante el conflicto armado en Guatemala. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. Vol 61 N. 228. Recuperado de: http://www.revistas.unam.mx/index.php/rmcpys/article/view/56984

Mantilla Falcón, J. (2001). El caso de las esterilizaciones forzadas en el Perú como una violación de los derechos humanos. IUS ET VERITAS, 12(23), 10-20. Recuperado de: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/iusetveritas/article/view/16014

No Comments

Post A Comment